1. Una
educación que cure la ceguera del conocimiento
Todo conocimiento conlleva el riesgo
del error y de la ilusión. La educación del futuro debe contar siempre con esa
posibilidad. El conocimiento humano es frágil y está expuesto a alucinaciones,
a errores de percepción o de juicio, a perturbaciones y ruidos.
La
primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de
criticar el propio conocimiento. Debemos enseñar a evitar la doble enajenación: la de
nuestra mente por sus ideas y la de las propias ideas por nuestra mente. El
primer objetivo de la educación del futuro será dotar a los alumnos de la
capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del conocimiento y,
al mismo tiempo, enseñarles a convivir con sus ideas, sin ser destruidos por
ellas.
2. Una
educación que garantice el conocimiento pertinente
Ante el aluvión de informaciones
es necesario discernir cuáles son las informaciones clave. Así como el número
de problemas también es necesario diferenciar los que son problemas clave.
Pero, ¿cómo seleccionar la información, los problemas y los significados
pertinentes? Sin duda, desvelando al contexto, a lo global, a lo
multidimensional y a la interacción compleja de los elementos.
La
inteligencia general se construye a partir de los conocimientos existentes y de
la crítica de los mismos.
Su configuración fundamental es la capacidad de plantear y de resolver
problemas.
3.
Enseñar la condición humana
Una aventura común ha embarcado
a todos los humanos de nuestra era. Todos ellos deben reconocerse en su
humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente
a todo lo humano. Conocer el ser humano es situarlo en el universo y, al mismo
tiempo, separarlo de él. Al igual que cualquier otro conocimiento, el del ser
humano también debe ser contextualizado: Quiénes somos es una cuestión
inseparable de dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos.
Lo humano es y se desarrolla en
bucles: a) cerebro- mente- cultura; b) razón - afecto - impulso; c) individuo -
sociedad - especie. Todo desarrollo verdaderamente humano significa comprender
al hombre como conjunto de todos estos bucles y a la humanidad como una y
diversa.
4.
Enseñar la identidad terrenal
La historia humana comenzó con
una dispersión, una diáspora de todos los humanos hacia regiones que
permanecieron durante milenios aisladas, produciendo una enorme diversidad de
lenguas, religiones y culturas. En los
tiempos modernos se ha producido la revolución tecnológica que permite volver a
relacionar estas culturas, volver a unir lo disperso. Es necesario
introducir en la educación una noción mundial más poderosa que el desarrollo
económico: el desarrollo intelectual, afectivo y moral a escala terrestre.
"Hemos tardado demasiado
tiempo en percibir nuestra identidad terrenal", dijo Morin citando a Marx ("la
historia ha progresado por el lado malo") pero manifestó su esperanza
citando en paralelo otra frase, en esta ocasión de Hegel: "La lechuza de
la sabiduría siempre emprende su vuelo al atardecer."
5. Enfrentar
las incertidumbres
La educación debe hacer suyo el
principio de incertidumbre, tan válido para la evolución social como la
formulación del mismo. La historia avanza por atajos y desviaciones y, como
pasa en la evolución biológica, todo cambio es fruto de una mutación, a veces
de civilización y a veces de barbarie. Todo ello obedece en gran medida al azar
o a factores impredecibles.
Pero la incertidumbre no versa
sólo sobre el futuro. Existe también la incertidumbre sobre la validez del
conocimiento. Y existe sobre todo la incertidumbre derivada de nuestras propias
decisiones. Una vez que tomamos una decisión, empieza a funcionar el concepto
ecología de la acción, es decir, se desencadena una serie de acciones y
reacciones que afectan al sistema global y que no podemos predecir.
Nos hemos educado aceptablemente
bien en un sistema de certezas, pero nuestra educación para la incertidumbre es
deficiente. "existen algunos núcleos de certeza, pero son
muy reducidos. Navegamos en un océano de incertidumbres en el que hay algunos
archipiélagos de certezas, no viceversa."
6.
Enseñar la comprensión
La comprensión se ha tornado una
necesidad crucial para los humanos. Por eso la educación tiene que abordarla de
manera directa y en los dos sentidos: a) la comprensión interpersonal e
intergrupal y b) la comprensión a escala planetaria. La comunicación no implica comprensión. Ésta última
siempre está amenazada por la incomprensión de los códigos éticos de los demás,
de sus ritos y costumbres, de sus opciones políticas. Los grandes enemigos de
la comprensión son el egoísmo, el etnocentrismo y el sociocentrismo. Enseñar la
comprensión significa enseñar a no reducir el ser humano a una o varias de sus
cualidades que son múltiples y complejas.
7. La
ética del género humano
Además de las éticas
particulares, la enseñanza de una ética válida para todo el género humano es
una exigencia de nuestro tiempo. Individuo-sociedad-especie
como base para enseñar la ética venidera.
El individuo-sociedad surge el deber
ético de enseñar la democracia. Ésta implica consensos y aceptación de reglas
democráticas. Pero también necesita diversidades y antagonismos. El contenido
ético de la democracia afecta a todos esos niveles. El respeto a la diversidad
significa que la democracia no se identifica con la dictadura de la mayoría.
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